El derecho humano a la educación
El derecho humano a la educación es el único que dentro de su positivización (Ley) tiene señalado un objetivo “el desarrollo de la personalidad del individuo” El artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) establece además, ciertos principios como el respeto irrestricto a la dignidad humana, enfoque en los derechos humanos (DDHH) con una orientación democrática (considerándola como un sistema de vida basado en el mejoramiento económico y social del pueblo) como la base de la educación que recibirá el alumnado por parte del sistema educativo nacional.
El sistema educativo nacional se encuentra conformado tanto por el sector público como el sector particular o privado, una distinción que se hace necesaria por la naturaleza de las personas involucradas en uno y otro espacio, pero que deben cumplir con el mismo objetivo planteado por el derecho a la educación.
Hoy en día dicho derecho enfrenta amenazas y retos que pocos alcanzan a vislumbrar y por ende a comprender, se habla de una modernidad educativa, pero solamente planteando el uso de las tecnologías, no se ha cambiado la pedagogía para aprovechar al 100% las herramientas tecnológicas al alcance, de hecho, ni siquiera se enumeran dichas herramientas, solamente se piensa en la parte del “hardware” (laptops, tabletas, celulares) y ligeramente sobre el “software educativo” pero no se toma en cuenta a las redes sociales electrónicas que cumplen en muchas ocasiones la función de la llamada “educación informal”.
El sociólogo Ulrich Beck nos ha advertido en sus libros y artículos sobre el riesgo que representa la diferencia entre las expectativas y la percepción de los derechos contra las instituciones existentes que siguen actuando en marcos de referencia pasados y en algunos casos obsoletos. El riesgo de no cumplir con los objetivos planteados por el derecho a la educación en los distintos instrumentos normativos (nacionales e internacionales) implica el fracaso de cualquier sistema educativo.
Recientemente he terminado la lectura del libro “El Hombre en busca de sentido” del autor Viktor Frankl, donde señala la necesidad de que toda persona tenga la capacidad de darle sentido a su vida y a las experiencias que enfrenta y recibe en su día a día, esa necesidad que los filósofos han llamado “trascender” y es precisamente lo que representa el objetivo del derecho en comento, ahí es donde la persona (alumno) se dignifica, se vuelve un ser democrático y partícipe de la solución de los problemas de su sociedad.
Como nunca antes el derecho a la educación se vio amenazado en la pandemia por Covid19, pero lo más notable es que dicha situación puso a prueba a nuestro sistema educativo que, como la gran mayoría constató, no pudo superarla.
Nuestro sistema educativo es demasiado rígido (no solamente desde un aspecto normativo) y jerárquico, el maestro se convierte en un ser todopoderoso que entrega a los alumnos los conocimientos que el Estado determinó previamente y de la manera (pedagógica) que tiene al alcance o en no pocos casos que recibió en su época de estudiante. Durante la pandemia se volcó el sistema educativo nacional a las clases en línea, a la autogestión de estudios, a la búsqueda individual de conocimientos sin contar con una preparación adecuada, es decir que pasamos de un “autoritarismo educativo” a un “libertinaje educativo” con las consecuencias que no se verán hoy, pero se padecerán por generaciones.
Es momento de preguntarnos si nuestras instituciones están a la altura de la realidad nacional e internacional, si el uso de las tecnologías “per se” contribuyen a los objetivos del individuo para tener una vida digna y darle un sentido a su educación y por ende a su proyecto de vida.
¿Quién entonces puede defender el derecho a la educación? ¿los tribunales judiciales? ¿las autoridades educativas? ¿las instituciones educativas? ¿los padres de familia? ¿Los propios alumnos?
Me parece que la respuesta indicada es: “todas las anteriores” pero no de manera aislada sino como una comunidad educativa, el concepto que merece la atención de todos los actores nacionales relativos a la educación.
El concepto de comunidad educativa debe renovarse, fundarse en esa inclusividad que hoy refiere la modernidad, pero una inclusividad responsable y participativa para la solución de los problemas nacionales e internacionales, una comunidad educativa responsable en la que ninguno de sus miembros quede marginado del ejercicio de sus derechos humanos por ninguna causa, si queremos una mejor sociedad y un mejor nivel de vida debemos fundamentalmente construir comunidades sanas, participativas y sobre todo responsables.
Por supuesto que el concepto de educación debe modificarse, como referíamos líneas atrás la educación informal representa una amenaza pero también una oportunidad, dicha educación ha existido desde siempre, muchas de las personas que abandonaron la escuela (y con ello la educación formal) se capacitaron en la práctica para sus trabajos, los conocimientos de una educación básica fueron sustituidos por aquellos que les permitían obtener medios económicos para subsistir, todavía sucede, es verdad, pero mucha de la educación informal, hoy se encuentra en el Internet y en las redes sociales y aunque se adquieren ciertas habilidades y conocimientos también hay mucha procrastinación.
Entonces desde la perspectiva de la dignidad individual y colectiva de nuestra comunidad ¿qué sentido debemos darle a los conocimientos básicos que se imparten, por ejemplo, a nivel primaria?
La respuesta por más compleja que nos resulte debe estar orientada al desarrollo de las capacidades que los estudiantes necesitarán en la vida que elijan o que les depara el actual desarrollo económico, social, cultural y digital. Hoy tenemos esfuerzos que parecen acotar las posibilidades de los estudiantes, más que motivarlos a encontrar su oportunidad en el actual modelo educativo, para desarrollar plenamente su potencialidad y por supuesto su individualidad, para eso debemos cambiar las estructuras que nos limitan personalmente y que nos llevan a imponer limitaciones a los estudiantes, en palabras más claras, debemos cambiar la percepción del problema o de la cuestión que hoy plantea la educación básica, no debemos educarlos para nuestro mundo ideal sino para el suyo.
Mi invitación es para aquellos directores y directoras que entienden a fondo el derecho fundamental a la educación, seamos el punto de apoyo que nuestra juventud necesita para conocer y explotar sus capacidades en beneficio propio y construir su identidad de manera sólida y socialmente responsable, dejemos a un lado nuestro “concepto de mundo ideal” y tomemos el tiempo necesario para escuchar, aprender y ayudar a construir el mundo ideal que nuestra juventud necesita.
La tarea es compleja, el reto sin embargo está por debajo de las capacidades de los directores y directoras de las escuelas de educación básica, nuestros maestros sabrán responder a este reto en la medida que se involucren con los planes de vida de sus estudiantes y la recompensa será más, mucho más que satisfactoria, habremos cambiado el objetivo de la educación básica y pondremos en marcha a una generación dispuesta a construir el mundo que requiere, en empatía con el medio ambiente y con su sociedad.
El engranaje más importante es y serán los padres de familia, ya que ellos son quienes entregan la educación más importante, quienes tienen la obligación legal y moral de construir espacios seguros, libres de violencia y de entregarle a sus hijos, en la medida de sus posibilidades, las mejores herramientas para tener la vida dignificada que se merecen.
La comunidad educativa unida con empatía es uno de los retos que todos los directores y directoras deben observar y trabajar incansablemente para formarla, pero son los miembros quienes deberán trabajar día a día para solidificarla y formarla, no para mejorar su mundo, sino para crear el mundo que permita a sus hijos soñar y cumplir sus sueños.
Termino con una idea que se le atribuye al científico norte americano Carl Sagan:
“En un salón de clases de nivel básico, uno puede encontrar toda clase de científicos, campeones mundiales, grandes investigadores, astronautas y todo lo que el mundo necesita para ser mejor” como mentores tenemos la posibilidad de crearlos a nuestra imagen y semejanza o enseñarles el camino a la verdad, a su verdad.
Por: Dr. Alfredo Villar López
Director Jurídico ANFE ANEP